Oración de la Renovación de la Consagración de España
Al Sagrado Corazón de
Jesús
Escrita por el obispo de la diócesis de Getafe, Mons. Ginés Beltrán y Mons. José Rico
Pavés, obispo auxiliar:
Señor Jesucristo, Redentor del género humano, Sacerdote eterno y Rey
del Universo: nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y
confianza, con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria,
honor y alabanza. Señor Jesucristo, Salvador del mundo, al cumplirse
el centenario de la consagración de España a tu Sagrado Corazón, los
fieles católicos volvemos a postrarnos en este lugar donde se levanta este
trono de tus bondades, para expresar nuestra inmensa gratitud por los
bienes innumerables que has derramado sobre este pueblo de tu herencia y
de tus predilecciones. Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo, te
alabamos por el amor que has revelado a través de tu Sagrado Corazón, el
cual, traspasado por nosotros, es fuente de nuestra alegría y manantial
del que brota la vida eterna. Reunidos en tu Nombre, que está por encima
de cualquier otro nombre, renovamos la consagración que fue hecha aquí
hace cien años a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de
la verdad y la caridad. Al renovar la consagración de
España, los fieles católicos expresamos nuestro ferviente deseo de
corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordia, impulsando, en
comunión con toda la Iglesia, una nueva etapa evangelizadora marcada por la
alegría del Evangelio. Cuando la Iglesia nos llama por la voz del Sucesor
de Pedro a impulsar una nueva evangelización, concédenos salir valerosos al
encuentro de las heridas de nuestros contemporáneos para llevar a todos el
bálsamo de la misericordia que brota de tu Corazón traspasado. Que a todos
anunciemos con mansedumbre y humildad: ¡sus heridas nos han curado! Venga,
pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de
amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en
la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las
letras, y en nuestras leyes e instituciones.
Concédenos permanecer
siempre junto a María, Madre tuya y Madre nuestra, como en la víspera de
Pentecostés, para que el Espíritu Santo produzca un profundo
rejuvenecimiento de la fe en España. Que nuestro pueblo, tierra de María,
sepa recibir y custodiar los frutos santos de su herencia católica para
que pueda hacerlos crecer afrontando con valentía los retos
evangelizadores del presente y del futuro. Líbranos del maligno y
llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón. Que al
consagraros nuestra vida, merezcamos recibir como premio de ella el
morir en la seguridad de vuestro amor y en el regalado seno de vuestro
Corazón adorable.
¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén.