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jueves, 6 de junio de 2019

LOS PAPAS Y LA DEVOCIÓN



Los Papas y la devoción


  Al tratar el apartado de los Papas y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, hemos buscado datos desde el pontificado de Inocencio XII, ya que Sta. Margarita María  falleció en 1690. Según se extendía la devoción, la intervención de los Romanos Pontífices aumentaba. Hasta Pío IX sólo hemos encontrado referencia a la erección canónica de las Cofradías del Sagrado Corazón por parte de los distintos Papas. En un catálogo de la Sagrada Congregación de Ritos se registran nada menos que 1.089 congregaciones del Corazón de Jesús entre los años 1726 hasta 1765. Estaban implantadas en todas las naciones de Europa y hasta en China, India, Persia, América y Oriente Medio.

Las cofradías son congregaciones o asociaciones de fieles, autorizadas por la autoridad eclesiástica, que tienen como uno de sus fines la práctica de una devoción concreta, en este caso al Corazón de Jesús.

El pontificado de Pío IX abrió de par en par las compuertas que dieron paso a la extensión de esta devoción por todo el mundo. En 1856 el Papa, secundando los deseos de muchísimos obispos, extendió la fiesta del Sagrado Corazón a toda la Iglesia. Fue un hecho decisivo. Desde entonces, como afirma un documento litúrgico, “el culto al Sagrado Corazón, como río desbordado, superó todos los obstáculos y se difundió por todo el mundo”. La beatificación de Margarita (18 de agosto de 1864) significaba la aceptación por parte de la Iglesia del núcleo esencial de sus revelaciones. Entre los momentos culminantes de aquella marcha triunfal se debe recordar la consagración de la Iglesia al Sagrado Corazón el 16 de junio de 1875.

Durante el pontificado de León XIII se acentuó el carácter señorial y
esplendoroso del culto al Sagrado Corazón. En 1899 el Papa elevó la fiesta del Corazón de Jesús al mayor rango litúrgico (fiesta de primera clase con octava; es decir, ocho días para honrar el Corazón de Jesús). Al traspasar los umbrales del siglo el Papa dispuso, en la encíclica Annum Sacrum (25 de mayo de 1899) la consagración de toda la humanidad al Corazón de Jesús.
San Pío X mandó recitar todos los años en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, el acto de consagración.

Benedicto XV en 1920 canonizó a Margarita María Alacoque.
Pío XI reafirmaba el reinado social de Cristo al instituir la fiesta de Cristo Rey en la encíclica Quas primas (1925), mientras en su encíclica Miserentissimus Redemptor (1928) ensalzaba la devoción al Corazón de Jesús como el compendio de toda la religión y aun la norma de vida más perfecta.

Pío XII, por último, en su encíclica Haurietis Aquas (1956) trazaba una síntesis doctrinal profunda y definitiva. Con aquel documento puede decirse que se fijaba la doctrina dogmática sobre el Corazón de Jesús y se aseguraba su culto como un patrimonio irrenunciable de la Iglesia. En este marco general hay que situar que Juan Pablo II tiene preciosos y abundantes textos dedicados al Corazón de Jesús. En 1994 escribió una carta con motivo de 150 aniversario del Apostolado.    
  
Benedicto XVI ha infundido profundidad teológica y aliento pastoral
al culto y devoción al Corazón de Cristo. Ya antes de su elección había perfilado la teología del Sagrado Corazón en varios escritos. Como Pontífice incluye la devoción al Corazón de Jesús entre los elementos esenciales de su encíclica Deus caritas est (25 de enero de 2006). El Papa ha expresado el misterio del amor de Dios a través del Corazón traspasado, en la carta conmemorativa de los 50 años de la Haurietis aquas (15-5-2006). Consagró a todos los jóvenes del mundo al Sagrado Corazón en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011.



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