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lunes, 12 de agosto de 2019

HORA SANTA AL SAGRADO CORAZÓN




HORA SANTA AL SAGRADO CORAZÓN

Hora Santa con Santa Margarita María
Esta Hora Santa ha sido redactada por el P. Gérard Dufour, capellán de Paray le Monial, siguiendo las palabras de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque.

Se recomienda hacer todos los jueves, de ser posible frente al Santísimo solemnemente expuesto.

«Todas las noches de jueves a viernes, te haré partícipe de la tristeza mortal que tuve a bien sentir en el Huerto de los Olivos. Esta tristeza te reducirá, sin poder tú comprenderlo, a una especie de agonía más dura de soportar que la muerte. A fin de acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis angustias, te levantarás entre once y doce de la noche para postrarte conmigo durante una hora, con el rostro en tierra, ya para calmar la cólera divina, pidiendo misericordia por los pecadores, ya para dulcificar de algún modo la amargura que sentí en el abandono de mis apóstoles, la cual me obligó a echarles en cara que no habían podido velar una hora conmigo; y durante esta hora harás lo que te enseñé». (Autobiografía No. 57).

ORACIÓN PREPARATORIA A LA HORA SANTA

¡Oh amantísimo Jesús inmolado por nosotros! ¡Oh Salvador nuestro!

Permite que me arrodille a tu lado en el Huerto de los Olivos y que pase íntimamente unido a tu Corazón agonizante la Hora Santa que has pedido a tu fiel sierva santa Margarita María.

Concédeme, ¡Oh adorable Salvador, una íntima participación de tus incomprensibles dolores y de los sentimientos de compasión que llenaron el alma de tu Santísima Madre en aquella noche de mortales angustias! Te ofrezco para suplir mi insuficiencia los afectos de tu santa Madre, los de santa Margarita María y de las almas que más te han consolado en este misterio de dolor y de amor; y de tus fieles, que en esta misma hora se asocian al amarguísimo desamparo de tu santísima alma en el Huerto de Getsemaní.

¡Oh Jesús! ¡Oh dulcísimo y afligidísimo Dueño! ¡Me sufro en tu presencia, escúchame, bendíceme y sumérgeme en el océano de amargura que va a invadir y sumergir tu dulcísimo Corazón! Amén.



 PRIMER TIEMPO
«Todas las noches de jueves a viernes, te haré partícipe de la tristeza mortal que tuve a bien sentir en el Huerto de los Olivos».

Jesús, en la noche del primer Jueves Santo, llevas contigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y comienzas a sentir tristeza y angustia. «Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo» (Mt 26, 37-38). ¿Por qué esta tristeza? Por la traición de Judas y la debilidad de los apóstoles. Por la hostilidad de los jefes y la volubilidad de la turba.

Pero no sólo por eso: En muchas ocasiones has sufrido por la falta de confianza de tus amigos -¡hombres de poca fe! (Mt 8, 26)-; también, apenado por la dureza de corazón de los fariseos que estaban al acecho para ver si curabas a un enfermo en sábado, les has dirigido una mirada de indignación (cfr. Mc 3, 5); y al acercarte y ver la ciudad de Jerusalén, has llorado por ella diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora queda oculto a tus ojos, porque no has conocido el tiempo en que fuiste visitada» (Lc 19, 41).

Además sientes sobre Ti el enorme peso del pecado de la multitud por la que vas a entregar tu vida (cfr. Mt 26, 28), Tú, el «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29).

Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, que has pagado por nuestros pecados, hoy en el mundo, ¿cuáles son las causas de tu tristeza? Hoy en mi vida, ¿qué es lo que te entristece? Esta tarde, ¿seré capaz de compartir tu tristeza?

(Tiempo de meditación)

SEGUNDO TIEMPO
«Para acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis angustias».

Jesús, Tú sabías que para Ti había llegado la hora de pasar de este mundo a tu Padre, la hora en que ibas a amar a los tuyos hasta el extremo (cfr. Jn 13, 1).

Así empiezas tu humilde oración: Y adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de Él aquella hora. Y dijo: «¡Abba! Padre, Tú lo puedes todo, aparta de Mí este cáliz; pero no se haga lo que Yo quiero, sino lo que Tú quieres» (Mc 14, 35-36).

Permítenos contemplarte en tu oración:

- Oración humilde y de adoración:
Te postras en tierra.
- Oración de dolor:
Si es posible, aparta de mí este cáliz.
- Oración filial:
¡Abba! ¡Padre!.
- Oración de confianza:
 Tú lo puedes todo.
- Oración obediente:
Pero no lo que Yo quiero, sino lo que Tú quieres.

Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, en quien el Padre ha puesto todo su amor, Tú no quieres estar solo en tu oración. Permítenos permanecer contigo y en Ti. Dígnate, mediante tu Espíritu, continuar tu oración en nuestros corazones.

(Tiempo de meditación)
Canto:
Padre, me pongo en tus manos.



TERCER TIEMPO
«Te postrarás, pidiendo misericordia por los pecadores»

Jesús, unos instantes antes de morir, vas a decir: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34). Tenías fama de acoger bien a los pecadores: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada hasta que la encuentra?» (Lc 15, 2-4). «Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da la vida por las ovejas» (Jn 10, 11). «No he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo» (Jn 12, 47). «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos; no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Mc 2, 17). «Yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante» (Jn 10, 10).

Señor Jesús, haznos entender tu sufrimiento ante los pecados del mundo, tu deseo de perdonar a los hijos pródigos, la alegría que sientes al derramar tu misericordia y al devolver la vida al que estaba muerto.

Corazón de Jesús, generoso con todos los que te invocan, paz y reconciliación nuestra, ten piedad de nosotros que somos pecadores, derrama tu misericordia en nuestros corazones arrepentidos, danos corazones obedientes y llenos de amor.

(Tiempo de meditación)


CUARTO TIEMPO
«Te postrarás… para dulcificar de algún modo la amargura que sentí en el abandono de mis apóstoles, la cual me obligó a echarles en cara que no habían podido velar una hora conmigo»

Jesús, Tú elegiste doce apóstoles para que estuviesen contigo (cfr. Mc 3, 14). Son tus «servidores y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador lo que se busca es que sea fiel» (1Co 4, 1-2).

Cuando eliges a alguien, le pides una adhesión absoluta: «Como el Padre me ha amado, así os he amado Yo; permaneced en mi amor» (Jn 15, 9). «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (Mc 8, 34). Por eso has sufrido por el abandono de los que has llamado: «Desde entonces (¡después del anuncio de la Eucaristía!) Muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él» (Jn 6, 66). «Todos vais a caer, como está escrito: ‘Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas’» (Mc 14, 27). «Está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo» (Jn 16, 32). Y dentro de poco, cuando te arresten, todos te van a abandonar, todos huirán (cfr. Mc 14, 50).

Señor Jesús, haznos comprender la amargura de tu Corazón ante el desamparo de tus apóstoles, su tibieza para velar una hora contigo en el Huerto de los Olivos. ¡Has sufrido tantas infidelidades, tantos abandonos, tantas respuestas a medias de los que Tú mismo habías elegido!

Corazón de Jesús, saciado de oprobios, lleno de bondad y de amor, te pedimos en especial por los sacerdotes a quienes has llamado a tu servicio, por todas las almas consagradas a Ti en la vida religiosa, por todos los que han recibido tu llamada a seguirte más de cerca. Ten piedad de sus flaquezas. ¡Mantenles fieles para que tu Reino se extienda!

(Tiempo de meditación)

QUINTO TIEMPO
«Durante esta hora, harás lo que Yo te enseñe»

Jesús, estas últimas palabras nos sorprenden. ¡Estamos tan poco acostumbrados a dejar que seas Tú quien guíes nuestra oración! Pero intentamos hacer silencio en nuestros corazones para decirte, con toda nuestra pobreza, toda nuestra debilidad: Aquí nos tienes, Señor Jesús, ¡Haznos conocer lo que quieres de nosotros!

«Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios ésos son hijos de Dios. Vosotros no habéis recibido un espíritu de esclavitud para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: “¡Abba! ¡Padre!”» (Rm 8, 14). «El que me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él» (Jn 14, 23). «Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como Yo os he amado» (Jn 15, 12). «Permaneced en mí como yo en vosotros. El que permanece en mí y Yo en él, ése da fruto abundante» (Jn 15, 4-5). «Lo que pidáis al Padre en mi nombre, Él os lo dará» (Jn 15, 16). «Hermanos, os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios, éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto» (Rm 12, 1-2).

Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, Rey y centro de todos los corazones, renuévanos por tu Espíritu de Amor, enséñanos a unirnos a tu oración, ¡haznos testigos de tu amor!

(Tiempo de meditación)

LETANÍAS A JESÚS PACIENTE

Humildemente postrado(a) al pie de tu santa Cruz, te diré a menudo, ¡Divino Salvador mío!, para mover las entrañas de tu misericordia a perdonarme:

1. Jesús, desconocido y despreciado
R. Ten piedad de mí
2. Jesús, calumniado y perseguido
3. Jesús, abandonado de los hombres y tentado
4. Jesús, traicionado y vendido a vil precio
5. Jesús, censurado, acusado y condenado injustamente
6. Jesús, vestido con un traje de oprobio y de vergüenza
7. Jesús, abofeteado y burlado
8. Jesús arrastrado con la cuerda al cuello
9. Jesús, azotado hasta derramar sangre
10. Jesús, tenido por loco y endemoniado
11. Jesús, pospuesto a Barrabás
12. Jesús, despojado y desnudado con infamia
13. Jesús, coronado de espinas y saludado por irrisión
14. Jesús, cargado con la cruz y las maldiciones del pueblo
15. Jesús, agobiado de injurias, dolores y humillaciones
16. Jesús, triste hasta la muerte
17. Jesús, ofendido, escupido, golpeado y ultrajado
18. Jesús, colgado de un infame madero, en compañía de ladrones
19. Jesús, anonadado y deshonrado ante los hombres
20. Jesús, agobiado por toda clase de dolores.
R. Ten piedad de mí

Oh buen Jesús!, que has querido sufrir una infinidad de oprobios y de humillaciones por mi amor: imprime fuertemente tu amor y estima en mi corazón y haz que desee practicarlos. Así sea.

Santa Margarita María de Alacoque.

BENDICIÓN CON EL SANTISÍMO

EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO
 Cantos para la exposición del Santísimo

Altísimo Señor

Altísimo Señor, que supiste juntar
a un tiempo, en el altar,
ser cordero y pastor.
Quisiera, con fervor, amar y recibir
a quien por mí, quiso morir.

Cordero divinal, por nuestro sumo bien
inmolado en Salem; en tu puro raudal
de gracia celestial, lava mi corazón
que fiel te rinde adoración.

Venid, hijos de Adán, al convite de amor;
que hoy nos da el Señor de este divino Pan
de tan dulce sabor; de tal gracia y virtud,
que en él nos da gozo y salud.

Convite fraternal que sirve el Redentor
al siervo del Señor; comida sin igual,
pan de vida inmortal, ven a entrañarte en mí;
y quede yo trocado en Ti.

Sois fuego abrasador, pastor, cordero y pan;
Esposo, Rey, Señor, Dios, Hombre y Redentor;
prodigio que mayor, no pudo Dios obrar,
ni al hombre más, le pudo dar.

Los ángeles, al ver tal gloria y majestad,
con profunda humildad, adoran su poder;
sin ellos merecer la dicha de probar
al Rey del cielo, hecho manjar.

Cantemos al Amor de los amores

Cantemos al Amor de los amores,
Cantemos al Señor; Dios está aquí;
venid, adoradores, adoremos
a Cristo Redentor.

¡Gloria a Cristo Jesús!
¡Cielos y tierra, bendecid al Señor!
¡Honor y gloria a Ti, Rey de la Gloria!
¡Amor por siempre a Ti, Dios del Amor!

Por nuestro amor oculto en el
Sagrario, su gloria y esplendor;
para nuestro bien
se queda en el Sagrario
esperando al justo y pecador.

Unamos nuestra voz a los cantares
del coro celestial
Dios está aquí; al Dios de los altares,
alabemos con gozo angelical
Los que buscan solaz en sus penas
y alivio a su dolor,

Dios está aquí y vierte a manos llenas
los tesoros de su divino amor.

¡Oh rara caridad y real fineza!
¡Oh dulce memorial
! ¡Dios está aquí
con toda su riqueza,con su Cuerpo y Sangre divina.

Que abrase nuestro ser la viva llama
del más ferviente amor; ¡Dios está aquí!
Y está porque nos ama, como Padre,
Amigo y Bienhechor.

Bendice nuestras almas Jesús mío,
¡Dios está aquí! ¡Dios está aquí!
Tu amor y poderío ante el mundo
queremos proclamar.

2. ANTES DE LA BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO

Alabanzas de desagravio

Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la gran Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea san José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.
Amén.

Tantum ergo
Tantum ergo Sacraméntum
venerémur cérnui:
et antiquum documentum
novo cedat rítui;
praestet fides suppleméntum
sénsuum deféctui.

Genitori Genitóque,
laus et iubilátio;
salus, honor, virtus quoque,
sit et benedíctio;
procedénti ab utróquecompar sit laudátio.
Amén.

Sacerdote:
Panem de caelo
praestitisti eis.

Todos:
Omne delectaméntum in
se habéntem.

Tantum ergo
Honremos, pues echados por tierra tan divino Sacramento;
y cedan los ritos del antiguo
el lugar a los del nuevo y que
la fe supla lo que los sentidos
no entiendan.

Gloria, salud, alabanza,
gozo, fuerza al Padre creador
de todo, al Hijo que es y será
bendecido, y sea alabado
también el Espíritu que
procede de entre ambos.
Amén.

 Sacerdote:
Les diste pan del cielo.

Todos:
Que contiene en sí todo deleite.

3. DESPUES DE LA BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO

Adoremus
Adorémus in aetérnum
sanctíssimum Sacramétum.
Laudáte Dóminium
omnes gentes,
laudáte eum omnes
pópuli.

Quóniam confirmáta est
super nos misericórdia eius:
et véritas dómini manet
in aetérnum.

Adorémus…

Glória Patri, et Filio, et
Spirítui Sancto.
Sicut erat in
principio, et nunc et semper,
et in saécula saeculórum.
Amén.

Adorémus…
V. Christe Rex Noster
R. Adveniat Regnum Tuum
V. Christe Rex Noster
R. Adveniat Regnum Tuum
V. Christe Rex Noster
R. Adveniat Regnum Tuum

Adoremos
Adoremos eternamente
el Santísimo Sacramento.
Alabado sea el Señor,
por todas las gentes
y por todas las naciones.

Por su inmensa misericordia
sobre nosotros y porque
la verdad del Señor
permanece para siempre.

Adoremos…

Gloria al Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo.
Como era en un principio,
ahora y siempre, por los
siglos de los siglos.
Amén.

Adoremos…
V. Cristo, Rey nuestro
R. Venga tu Reino

V. Cristo, Rey nuestro
R. Venga tu Reino

V. Cristo, Rey nuestro
R. Venga tu Reino

BENDITO SEA DIOS
Bendito, bendito, bendito sea Dios, los ángeles cantan y alaban a Dios. (Bis).

Yo creo Jesús mío que estás en el altar. Oculto en la Hostia, te vengo a adorar.
Espero, Jesús mío, de tu suma bondad, Poder recibirte con fe y caridad.
Por amor al hombre, moriste en una cruz y al cáliz bajaste por nuestra salud.
Jesús, Rey del cielo está en el altar, su Cuerpo su Sangre nos da sin cesar.
Entre sus ovejas está el Buen Pastor, En vela continua lo tiene el Amor.
Oh cielos y tierra, decid a una voz: ¡Bendito por siempre! ¡Bendito sea Dios!
Es la Santa Hostia, celestial manjar; el que bien lo coma, jamás morirá.
Jesús amoroso, suspiro por Ti; Anhela mi alma contigo vivir.
Ángeles del cielo, rogad con fervor;que Dios nos bendiga y abrace en su amor.


TÚ REINARÁS
Tú reinarás, este es el grito, que ardiente exhala nuestra fe:
Tú reinarás ¡oh Rey bendito! Pues Tú dijiste: reinaré.

Reine Jesús por siempre,
Reine su Corazón
En nuestra Patria, en nuestro suelo,
que es de María la nación.

 Tú reinarás dulce esperanza que al alma llena de placer; habrá por fin paz y bonanza felicidad habrá doquier.
Tú reinarás, dichosa era, dichoso pueblo con tal Rey:
Será tu Cruz nuestra bandera, Tu amor será ya nuestra ley.
Tú reinarás en este suelo, te prometemos nuestro amor;
Oh buen Jesús, danos consuelo en este valle de dolor.
Tú reinarás, reina ya ahora en nuestra patria y población.
Ten compasión del que te implora y acude a Ti en la aflicción.
Tú reinarás toda la vida trabajaremos con gran fe, en realizar y ver cumplida, la gran promesa: ¡Reinaré!

¡QUE REINES CORAZÓN DIVINO!




EL DETENTE DEL SAGRADO CORAZÓN





EL DETENTE DEL SAGRADO CORAZÓN

La piadosa práctica de llevar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús bajo la forma de escapulario, fue recomendada por santa Margarita María.
El Señor desea que se le mande hacer una lámina con la imagen de su Sagrado Corazón, a fin de que todos cuantos quieran rendirle sus homenajes en privado, puedan tenerlas en sus casas, y otras pequeñas para llevarlas sobre sí. santa Margarita llevaba consigo esta imagen.

Es la insignia más popular y extendida. Sor Ana Magdalena Rèmuzat, religiosa de la Visitación, a quien el Señor le había revelado la futura plaga y el maravilloso auxilio que sería la devoción a su Divino Corazón, cuando la peste asoladora en 1720, en Marsella Francia. Se extendió el «Detente» por toda la ciudad y sus aterrados moradores le dieron nombre de salvaguardia y protección, porque efectivamente lo fue para muchos millares de personas. También fue ocasión de divulgación de las letanías del Sagrado Corazón de Jesús.

Era el año de 1870, tiempo de pruebas y lágrimas para el pontificado del Papa Pio IX. Se cuenta que una señora romana, después de consagrar al Sagrado Corazón y a la Santísima Virgen a su hijo que partía para la guerra, al darle su bendición le entregó un «Detente» que ella misma dibujo sobre un pedazo de paño rojo diciéndole: Él te devolverá sano y salvo a mi cariño. 

El joven asistió a reñidísimos combates, las balas silbaban a su alrededor, ya están muertos las tres primeras filas, sus compañeros de derecha e izquierda habían caído; una bala llegó también a su pecho donde tenía el «Detente» y allí se detuvo. Minutos después un refuerzo de tropas llegó a asegurar la victoria y el hijo volvió a abrazar a su madre, quien contó lo ocurrido al Santo Padre el Papa, recibiendo por respuesta estas palabras: «¡Detente, el Corazón de Jesús está conmigo! » Y el Papa añadió bendiciéndolo: «Doy mi bendición a este Corazón de Jesús y quiero que todo lo que se haga conforme a este modelo reciba esta misma bendición sin que tengan necesidad de ninguna otra».

Luego el mismo Pio IX dictó la siguiente oración:

Ábreme oh buen Jesús,
las puertas de tu Sagrado Corazón,
úneme a Él para siempre.

Que todas las respiraciones y
palpitaciones de mi pobre corazón aún
cuando esté durmiendo, te sirvan de
testimonio de mi amor y te digan sin
cesar: Señor, te amo.

Recibe el poco bien que yo hago,
y dame tu santa gracia para reparar
todo el mal que he hecho.

Para que te ame en el tiempo y te alabe
por toda la eternidad, Amén.

Sagrado Corazón de Jesús,
en Ti confío.

Sagrado Corazón de Jesús,
en Ti confío.

Sagrado Corazón de Jesús,
en Ti confío.



Y ojalá que todos los que lleven este «Detente» aprendan de memoria esta oración y la recen con frecuencia y así puedan tener una mayor seguridad de la protección divina. La práctica del «Detente» es santa como santo es el culto y el amor a Jesucristo. Es fructuosa por las virtudes que ejercita de fe, oración, amor y esperanza; por las grandes gracias y favores que se han obtenido y se obtienen de su uso.

El «Detente» significa: ¡«Detente»! Satanás, tentación, pasión, peligro, enemistad, tristeza, penas, infierno, que el Corazón de Jesús, mi Dios, mi Redentor, mi amor, mi esperanza, mi todo, está conmigo.

Por lo tanto, llevar el «Detente» del Sagrado Corazón y llevarlo con amor y fe, es lo mismo que si lleváramos un escudo contra toda clase de peligros. Procuremos que los enfermos, niños, jóvenes, ancianos y todo el mundo lleven encima un «Detente», en la cartera o debajo de la almohada (en el caso de enfermos). Si es un «Detente» escapulario, debe ser impuesto. Algunos militares se los imponen ellos mismos para siempre.

En Cádiz, España, colocaban placas del Sagrado Corazón en las puertas de las casas, recomendaban ponerlas también en los automóviles, para darle culto y recibir muchas bendiciones. Todo esto, lo mismo que las entronizaciones del Sagrado Corazón, responde al deseo del Señor expresado a santa Margarita María y confirmado por los sumos Pontífices, de ser honrado en la imagen de su Sagrado Corazón, cuyas 12 promesas todos conocemos.

(Con licencia de la autoridad eclesiástica)

¡QUE REINES CORAZÓN DIVINO!



PRIMEROS VIERNES DE MES AL SAGRADO CORAZÓN




DEVOCIÓN DE LOS NUEVE PRIMEROS  VIERNES DE MES AL SAGRADO CORAZÓN

La Gran Promesa:
 Jesús promete la gracia de la penitencia final, es decir, la salvación eterna, si comulgas nueve primeros viernes de mes seguidos. Podrás estar seguro de su compañía y protección en esta vida y en la eternidad.

Te sugerimos registrar en la tarjeta adjunta a este manual las comuniones consecutivas en los viernes primeros para asegurarte que no te falte ninguno.

Condiciones para alcanzar esta gracia.

-Recibir la Sagrada Eucaristía, con la debida disposición (en estado de gracia), durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva (sin ninguna interrupción).
-Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
-Ofrecer cada Sagrada Eucaristía como acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.

PARA PREPARARSE A LA RECEPCIÓN DE LA EUCARISTÍA LOS VIERNES PRIMEROS SE PUEDEN REZAR LAS SIGUIENTES ORACIONES.

Oración de ofrecimiento

Corazón amoroso de Jesús Sacramentado, propongo con tu gracia, hacer la confesión y la comunión de los primeros viernes, para dar gloria, amor y reparación a tu Divino Corazón herido y lastimado por mis pecados. Pido a la Santísima Virgen María me acompañe cuando me acerque a recibirte.



PRIMER VIERNES
«Yo te prometo, en el exceso de la misericordia de mi Corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos los que comulguen los primeros viernes de mes, durante nueve meses consecutivos, la gracia de la penitencia final, y que no morirán en desgracia, ni sin recibir los santos sacramentos, asegurándoles mi asistencia en la hora postrera».

¡Oh buen Jesús, que prometiste asistir en vida, y especialmente en la hora de la muerte, a quien invoque con confianza tu Divino Corazón!, te ofrezco la comunión del presente día, a fin de obtener por intercesión de María Santísima, tu Madre, la gracia de poder hacer este año los nueve primeros viernes que deben ayudarme a merecer el cielo y alcanzar una santa muerte. Amén.

Oración final (para todos los viernes)

Jesús mío, te doy mi corazón, te consagro toda mi vida, en tus manos pongo la eterna suerte de mi alma y te pido la gracia especial de hacer mis nueve primeros viernes con todas las disposiciones necesarias para ser partícipe de la más grande de tus promesas, a fin de tener la dicha de verte y gozar en el cielo. Amén.



SEGUNDO VIERNES
«Les daré todas las gracias necesarias a su estado de vida».

Jesús misericordioso, que prometiste a cuantos invoquen confiados a tu Sagrado Corazón, darles las gracias necesarias a su estado, te ofrezco mi comunión del presente día para alcanzar, por los méritos e intercesión de tu Corazón Sacratísimo, la gracia de una tierna, profunda e inquebrantable devoción a la Virgen María. Siendo constante en invocar la valiosa providencia de María, ella me alcanzará el amor a Dios, el cumplimiento fiel de mis deberes y la perseverancia final. Amén.

Hacer la Oración final.....



TERCER VIERNES
«Pondré paz en las familias. Bendeciré los lugares donde se venera la imagen de mi Corazón».

Jesús amantísimo, que prometiste bendecir la casa donde se venera la imagen de tu Sagrado Corazón, quiero que ella presida mi hogar, te ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por tus méritos y por la intercesión de María, tu Madre, que todos y cada uno de los miembros de mi familia conozcan sus deberes, los cumplan fielmente y logren entrar en el cielo con las manos llenas de buenas obras.

¡Oh Jesús, que te complaces en alejar de nuestro hogar las contrariedades, las enfermedades y la miseria! Haz que, nuestra vida sea una acción de gracias por tantos beneficios. Amén.

Hacer la Oración final.....



CUARTO VIERNES
«Seré su consuelo en todas las tribulaciones»

Jesús mío, que prometiste consuelo a cuantos a Ti acuden en sus tribulaciones, te ofrezco mi comunión del presente día para alcanzar de tu Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de tu Madre Santísima, la gracia de venir al Sagrario a pedir fuerza y consuelo cuantas veces me visiten las penas. ¡Oh Jesús, oh María, consuelen y salven a los que sufren! ¡Hagan que ninguno de sus dolores se pierda para el cielo! Amén.

Hacer la Oración final.....



QUINTO VIERNES
«Derramaré copiosas bendiciones en todas sus empresas».

Jesús mío, que prometiste bendecir los trabajos de cuantos invoquen confiados tu Divino Corazón, te ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por tu Santísima Madre la gracia de que bendigas mis estudios, mis exámenes, mi oficio, y todos los trabajos de mi vida. Renuevo el inquebrantable propósito de ofrecerte cada mañana al levantarme, y por mediación de la Santísima Virgen, las obras y trabajos del día, y de trabajar con empeño y constancia para complacerte y alcanzar la recompensa del cielo. Amén.

Hacer la Oración final.....



SEXTO VIERNES
«Los pecadores hallarán en mi Corazón un océano de misericordia».

Sagrado Corazón de Jesús, siempre abierto a los pecadores arrepentidos, te ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por tus méritos infinitos y por los de tu Santísima Madre la conversión de cuantos obran mal. Te suplico, ¡buen Jesús!, inundes su corazón de un gran dolor por haberte ofendido. Haz que te conozcan y te amen. Dame la gracia de amarte más y más y en todos los instantes de mi vida, para consolarte y reparar la ingratitud de quienes te olvidan. Amén.

Hacer la Oración final.....



SÉPTIMO VIERNES
«Los tibios se harán fervorosos. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran perfección».

Sin tu auxilio, Jesús mío, no podemos avanzar en el camino del bien. Señor, por mediación de la Virgen María, te ofrezco la comunión de este día para que avives en mi alma el amor a tu Corazón Sagrado y concedas tu amor a cuantos no lo sienten. Ayudado de tu divina gracia lucharé, Señor, para que cada semana, cada mes, avance un poco en la virtud que más necesito. Amén.

Hacer la Oración final.....



OCTAVO VIERNES
«Daré a cuantos trabajan por la salvación de las almas el don de ablandar los corazones más endurecidos».

Sagrado Corazón de Jesús, que prometiste inspirar a los que trabajan por la salvación de las almas aquellas palabras que consuelan, conmueven y conservan los corazones; te ofrezco mi comunión de hoy para alcanzar, mediante la intercesión de María Santísima, la gracia de saber consolar a los que sufren y la gracia de volver a Ti, Señor, a los que te han abandonado. ¡Dulce Salvador mío, concédeme y ayúdame a salvar almas! ¡Son tantos y tantos los desgraciados que empujan a los demás por el camino del vicio y del infierno! Haz, Señor, que emplee toda mi vida en hacer mejores a los que me rodean y en llevarlos conmigo al cielo. Amén.

Hacer la Oración final.....



NOVENO VIERNES
« Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él».

Te ofrezco, Jesús mío, la comunión del presente día para alcanzar la gracia de saber infundir en el alma de cuantos me rodean la ilimitada confianza en tu Corazón Divino. Dame cuanto necesito para llevar a Ti a los que luchan, a los que lloran, a los caídos, a los moribundos. Y dígnate, ¡oh Jesús! escribir hoy mi nombre en tu Corazón y di a los ángeles que rodean tu Tabernáculo: «Este nombre es el de un devoto que, amándome mucho, quiere consolarme del olvido e ingratitud de tantos hombres». Amén.

Hacer la Oración final.....



OFRECIMIENTO DE LA COMUNIÓN
Después de recibir la Sagrada Eucaristía, se puede rezar en silencio la siguiente oración:

Corazón de Jesús, que has dado la vida por mí, que desbordas amor infinito, concédeme la abundancia de tus dones y de tu amor. Concédeme amarte y hacerte amar con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas. Gracias por tu promesa de los primeros viernes. Con esta intención acabo de recibirte en la Santa Eucaristía. Concédeme morir con arrepentimiento sincero, esperando tu misericordia y amando la bondad inmensa de tu Corazón. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío!

ALMA DE CRISTO

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
Oh buen Jesús, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me separe de Ti.
Del enemigo malo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti, para que con tus santos te alabe y te bendiga por los siglos de los siglos.

Amén.



RENOVACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN PARA LOS PRIMEROS VIERNES DE MES
Se recomienda hacer después de comulgar y de ser posible delante de la imagen del Sagrado Corazón

¡Oh amabilísimo Jesús mío! Para probarte mi gratitud, y en desagravio del gran número de infidelidades con que te he ofendido, yo_______________ te ofrezco mi corazón, me consagro enteramente a Ti y propongo con tu gracia no volver a ofenderte jamás.

Se recomienda que cada apóstol del Sagrado Corazón de Jesús lleve un control de las comuniones de los nueve viernes primeros. Para ello puede servir la tarjeta adjunta a este manual o el siguiente modelo:

¡Da clic sobre la imagen y descárgala!




CONSAGRACIÓN FAMILIAR
 (Viernes primeros, una vez al mes)

Señor Jesús, al contemplar en tu Corazón inflamado de amor por nosotros la expresión mas viva de tu amor personal por nosotros y por nuestros hermanos los hombres, nos consagramos a Ti como familia con toda nuestra persona y vida, acciones, penas  y sufrimientos, para que hagas uso de todo nuestro ser para honrarte, amarte y glorificarte.

De hoy en adelante, aceptamos gustosos el pacto que Tú nos propones de cuidar Tú de nosotros y de nuestras cosas y cuidar nosotros de Ti y de tu gloria.

Ponemos en tus manos todo lo nuestro: vida familiar, negocios y ocupaciones todas; nuestros cuerpos con todos sus sentidos, salud, vida; nuestras almas con todas sus potencias, virtudes, méritos; nuestra propia salvación  y santificación. Sé fortaleza en nuestra debilidad e inconstancia. Sé para nosotros el refugio en la hora de la muerte. Corazón de Amor, en Ti ponemos toda nuestra confianza. De tu amor todo lo esperamos. Erradica de nosotros, Señor, todo lo que te disguste o pueda apartarnos de Ti. Que tu amor se imprima tan profundamente en nuestros corazones que jamás te olvidemos nosotros y que jamás nos separemos de ti. Que bajo tu protección caminemos juntos hacia ti por el camino de tu Evangelio y al final de nuestras vidas gocemos para siempre de Ti en el cielo.

Cuida Tú de nosotros. Nosotros en cambio cuidaremos de Ti, te glorificaremos cuando podamos. Te prometemos contribuir con comuniones, misas, rosarios  y oraciones. Con la paciencia en sufrir las cruces ordinarias de la vida, con el cumplimiento de la obligaciones de nuestro estado, con las obras de misericordia, con las limosnas y sacrificios, con el apostolado y el compromiso personal para que tu amor divino llegue al corazón de los hombres, de las familias y de las sociedades, esforzándonos por vivir y hacer vivir el mensaje de tu Evangelio.

Asimismo, siendo el sacerdote la porción más amada por tu Corazón Santísimo, y la más comprometida en hacer llegar tu amor redentor a todos los hombres, nos comprometemos ante Ti a rezar por ellos, a promover las vocaciones sacerdotales y a aceptarla y apoyarla de buen grado cuando, en tu amor infinito, llames a tu servicio a uno de nuestros seres más queridos.

Queremos que tu reinado de amor se extienda por todo el mundo; que tu amor y tu paz alcancen al mundo entero y transformen el valle de lágrimas en el que vivimos en un pedazo de cielo. Haznos perfectísimos amantes y apóstoles de tu amantísimo Corazón. Amén.

¡QUE REINES CORAZÓN DIVINO!


HISTORIA A LA DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS